lunes, 4 de noviembre de 2013

Encuentran 1.500 obras de arte del saqueo nazi en un piso de Múnich


La policía ha localizado un nuevo lote de arte expoliado, una colección escondida desde hace 50 años en el apartamento de Cornelius Gurlitt, de 80, con pinturas de Picasso, Chagall o Matisse y valorada en más de mil millones de euros




La policía bávara ha localizado un escondrijo en Munich con una impresionante colección de aproximadamente 1.500 piezas atribuidas a maestros como Picasso, Matisse, Chagall o Klee, que habrían sido atesoradas tras la época del Tercer Reich por Cornelius Gurlitt, de 80 años, hijo del conocido marchante Hildebrand Gurlitt. La noticia se produce apenas una semana después del anuncio de la asociación de museos holandeses, que identificó hasta 139 obras expoliadas en la época de los nazis, lo que devuelve al primer plano la insuficiente categorización e identificación del expolio producido durante el periodo de 1933-1945 durante el cual Adolf Hitler impuso el régimen nazi en Alemania.

Cornelius habría guardado las obras de arte en su apartamento durante más de 50 años según ha informado la prensa alemana. Su valor podría ascender a más de mil millones de euros. Gurlitt fue investigado a partir de 2010, pero no por la posesión de las obras sino por ser sospechoso de evasión fiscal, debido a los numeroros viajes que hacía en tren de Múnich a Suiza llevando importantes sumas de dinero. Las sospechas sobre la posible evasión de capitales de Gurlitt llevaron a los agentes a buscar en su apartamento.

La impresionante colección que encontraron proviene del expolio de obras perpetrado por los nazis antes de la Segunda Guerra Mundial. En concreto, del arte que consideraron como degenerado y que habría sido confiscado o robado directamente a diferentes coleccionistas judíos. 
De hecho, es conocido que  Adolf Hitler aborrecía el arte de las vanguardias, todas las obras que no tuvieron un trasfondo clásico, lo que le llevó a perseguir lo que el partido nazi denominó “arte degenerado”. Uno de los brazos ejecutores de su plan fue precisamente Hildebrandt Gurlitt, padre de Cornelius.

El marchante nazi Hildebrandt Gurlitt.

Hildebrandt fue reclutado por el mismo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, como uno de los miembors de la Comisisón para la Explotación del Arte Degenerado, en compañía de Karl Buchholz, Ferdinand Möller y Bernahrd Boehmer.
El objetivo de Goebbels era vender las obras confiscadas en el exterior para obtener divisas, aunque la comisión no cumplió sus órdenes a pies juntillas, ya que no reportó con minuciosidad todas las transacciones, lo que explicaría la colección que atesoró Hildebrandt.
Así, aunque el halllazgo se habría producido en realidad en 2011, cuando la policía de Munich encontró el botín en el apartamento, ha sido ahora cuando se ha hecho público. Desde entonces los cuadros se han depositado en un almacén en las afueras de Múnich mientras se localiza a los herederos de los propietarios originales.  

Muchas de las obras encontradas han sido atribuidas a Chagall, Emil Nolde, Franz Marc, Max Beckann, Oskar Kokoscha, Paul Klee o Max Liebermann y de ellas al menos 300 han sido categorizadas como obras que fueron consideradas “degeneradas” por los nazis y por lo tanto confiscadas.
Otras se sospecha que fueron adquiridas por el padre de Cornelius, Hildebrand Gurlitt, aprovechando la caída de su valor tras el ascenso al poder de los nazis en 1933 y aprovechando la creciente necesidad de la comunidad judía. Cornelius habría conservado las obras a la muerte de su padre, aunque habría vendido algunas, como por ejemplo un trabajo de Max Beckmann  vendido por un precio de más de un millón de euros en la casa de subastas Lempertz en Colonia.

Meike Hoffman, la historiadora del arte encargada de identificar a los propietarios originales, ha confirmado a la prensa alemana que aún existen un número considerable de obras de las que se perdieron la pista precisamente en el periodo nazi.

Julio MARTÍN ALARCÓN

sábado, 8 de junio de 2013

Buscan a los dueños de un peluche centenario perdido en el aeropuerto de Bristol


El muñeco fue encontrado con una foto datada de marzo de 1918 donde aparecía con dos niñas pequeñas

07/06/2013 - 17:02h
Buscan a los dueños de un peluche centenario perdido en el aeropuerto de Bristol
Oso de peluche perdido en el aeropuerto de Bristol junto a una fotografía de 1918 Aeropuerto de Bristol
Londres. (AFP).- El personal del aeropuerto de Bristol ha hecho un aviso de búsqueda internacional para intentar encontrar a los dueños de un oso de peluche tuerto pero en bastante buen estado pese a sus al menos 95 años y que fue hallado a principios de 2012 en el área de salidas.
"Tiene aspecto de haber sido un poco maltratado, pero creo que es por los incontables abrazos que ha recibido", ha explicado Jacqui Mills, portavoz de este aeropuerto del sur de Inglaterra.
En la foto difundida por el aeropuerto, el oso tiene un aspecto triste, con un vacío donde debiera de haber un ojo, una oreja colgante y su pelo gastado.
Fue encontrado en una bolsa de plástico hace 14 meses, con una foto datada de marzo de 1918 donde está en compañía de dos niñas pequeñas, aparentemente llamadas Dora y Glyn. Los dueños del peluche o las personas susceptibles de ayudar a encontrarles están invitados a ponerse en contacto con el aeropuerto.





Fuente: La Vanguardia

martes, 19 de febrero de 2013

La peluquera arqueóloga que dejó boquiabiertos a los expertos



Peinados de una vestal, de Annia Galería Faustina 'la menor' y de la Emperatriz Plotinia
Peinados de una vestal, de Annia Galería Faustina ‘la menor’ y de la Emperatriz Plotinia

Janet Stephens, una peluquera de Baltimore (Maryland – EE UU) visitaba en su ciudad la colección permanente del Museo de Arte Walters cuando se detuvo ante el busto de mármol fechado en torno al año 200 que mostraba a Julia Domna —la poderosa y decidida consorte del emperador Lucio Septimio Severo (146-211)— una mujer de origen sirio, rostro proporcionado y gesto serio que llamó la atención de la peluquera por el peinado que lucía: “Era asombroso, como una hogaza de pan colocada sobre su cabeza“.

Por deformación profesional o por curiosidad innata, Stephens se interesó por un tocado nada común en nuestros días, refinado y complejo, realizado con una técnica que por fuerza tenía que ser posible recrear en el presente sin la ayuda de lacas ni secadores. Tras intentarlo sin éxito con un maniquí, buscó documentación de expertos arqueólogos e historiadores del arte que la desilusionaron: muchos daban por hecho que esos intrincados arreglos eran simples pelucas.

Por suerte la peluquera no se dio por satisfecha con la teoría. Reconstruyó el peinado de Julia Domna en modelos reales, cuatro años después y estudiando una traducción del latín. Descubrió que el término latino acus podía traducirse por horquilla, pero también podía referirse al hilo y a la aguja. Según declaró Stephens al Wall Street Journal, una sola pinza no podía sostener un arreglo tan complejo, pero coser el pelo sí.

Siete años después de ese primer experimento ha reconstruido varios tocados romanos como el de la Emperatriz Pompeya Plotina (esposa de Trajano) o el de Annia Galería Faustina la menor, la hija pequeña del emperador Antonino Pío. La peluquera de Baltimore se ha convertido en una especialista en “peluquería de la arqueología”. Envió sus primeros descubrimientos al Journal of Roman Archaeology, una publicación de alcance internacional, y dejó impresionados al director y a los expertos en la materia. Desde entonces ha participado en demostraciones, simposios y eventos relacionados con la arqueología romana.

Janet Stephens
Janet Stephens

Este año fue una de las invitadas a la reunión del Instituto Arqueológico de los Estados Unidos que se celebró en enero en Seattle (Washington). Allí mostró sus últimos descubrimientos en la recreación del peinado de las vestales romanas, especialmente complejo por la falta de imágenes claras del pelo de las sacerdotisas, siempre cubierto por varios elementos.

Las bellas y enigmáticas jóvenes (elegidas de niñas por el Pontífice Máximo) hacían voto de castidad y residían en el templo de Vesta, diosa romana del hogar. Tenían varios esclavos que les arreglaban el cabello cada mañana en trabajadas trenzas. Stephens ha conseguido —con un sencillo peine, agujas pasacintas, un cordel y un alfiler con cabeza en forma de t— que el look de las sacerdotisas despierte un interés general y cada vez gana más admiradores que siguen sus tutoriales, en los que ella misma explica, paso a paso, cómo elaborar los peinados.

Fuente: Helena Celdrán, 20 minutos