Las casas pertenecían a ricos propietarios y en ellas hay mosaicos y frescos nunca vistos
Pompeya muestra
al mundo pinturas espectaculares y mosaicos jamás vistos anteriormente.
Tras largas tareas de restauración, el público podrá conocer la apasionante historia del arte y de la vida cotidiana de una época que guardan tres casas de la ciudad romana sepultada por las cenizas del Vesubio en el año 79 d.C.
Después de muchos sinsabores y críticas, porque durante largo tiempo el parque arqueológico más importante y famoso del mundo solo ofrecía noticias sobre sus derrumbes,
robos y enormes deficiencias, ahora finalmente Pompeya responde con la
grata noticia de la ampliación de la oferta de sus espectaculares
tesoros.
Una de las casas pertenecía a Marcus Lucretius Fronto,
un exponente de la alta de Pompeya, una de las familias más importantes
de la ciudad, con una brillante carrera política. Considerada de
modestas dimensiones (unos 460 metros cuadrados), cuenta con unos
decorados de gran calidad. Sus frescos son tan refinados que podían ser la envidia incluso de Roma.
Llaman la atención los cuadros principales que representan el triunfo
de Baco y Arianna y los amores de Venus y Marte; los medallones con
retratos de jóvenes, quizás los hijos del mismo Fronto; y los cuadritos,
como si fueran postales, colgados de candelabros, con pinturas que
muestran la costa y grandes villas a dos pasos del agua.
Un taburete de bronce, una caja fuerte... son reflejo del nivel de vida de esta familia
Una casa suntuosa
La domus de Trittólemo era ya en el siglo II a.C.
una suntuosa casa con dos atrios y dos peristilos, compuesta de un
sector de representación y otro privado. El nombre de la casa lo recibe
de un célebre fresco de Trittólemo, héroe de la mitología griega encargado
de transmitir el arte de la agricultura. Después del 80 a.C., esta
domus se transformó en una única propiedad junto a la domus de Rómulo y
Remo, con modificaciones estructurales y renovación de las decoraciones,
lo que testimonia, todavía hoy, la riqueza y la importancia del estatus
de su propietario.
Quienes habitaban este tipo de casas (propietarios de
tierras, comerciantes, políticos, exesclavos que habían hecho fortuna)
vivían con un estilo de vida que se podía comparar con el de los senadores romanos: leían, se relajaban en las termas, viajaban, apreciaban el arte, amaban el teatro y los espectáculos de gladiadores.
Fuente: ABC