domingo, 14 de junio de 2009

Un experto asegura que los romanos reutilizaban y reciclaban más que el hombre actual

13/06/2009 EFE

El arqueólogo cacereño Jesús Acero, experto en los vertederos de la provincia romana de Lusitania, los "puticulum" o pudrideros, asegura que los romanos reutilizaban y reciclaban más que el hombre actual, unos datos que constata por los restos encontrados en los yacimientos, la mayoría orgánicos.

En una entrevista con Efe, ha explicado que, tanto los documentos que hablan de los residuos en el Imperio como los restos hallados, confirman que la conciencia medioambiental romana era superior.

Acero, que lleva cinco años estudiando los vertederos clásicos y tiene una beca del Instituto de Arqueología de Mérida, es el único investigador en el mundo que ha centrado su tesis doctoral en la gestión y evacuación de residuos sólidos y líquidos urbanos en ciudades romanas.

Según relata, la tendencia a agruparse en grandes núcleos poblacionales les llevó a establecer medidas higiénicas innovadoras hasta ese momento, como la gestión de residuos mediante vertederos y el alcantarillado urbano público.

La mayoría de los residuos hallados en los pudrideros pertenecen a desechos de ceniza, carbones, huesos, animales y conchas, mientras que los elementos inorgánicos aparecen en un porcentaje mucho menor.

Los recipientes inorgánicos, como la cerámica, tenían una segunda utilidad y eran quemados para utilizarlos en la agricultura, mientras que el mármol era transformado en cal y los metales eran refundidos de manera constante.

Asimismo, las industrias de la época, como las alfarerías, disponían de basureros específicos, "alfares", en los que sólo se vertían elementos de estas factorías.

Según ha explicado, desde los inicios del Imperio las administraciones locales romanas obligaron a la ciudadanía a depositar los elementos residuales en los extramuros, de modo que los vertederos se distanciaron de la población.

Estos espacios estaban gestionados por los "estercolari" (basureros), que disponían de los "carrus estercolari" (camiones de basura), destinados a tirar la basura.

Desde el punto de vista legislativo, la Ley de las XII Tablas, por ejemplo, prohibía en uno de sus decretos arrojar basuras y tirar cadáveres dentro del núcleo poblacional.

En este sentido, ha explicado que los vertederos también eran utilizados como fosas comunes y eran abandonados, tanto por los familiares de los difuntos como por los señores que se desprendían de sus esclavos.

Respecto a las cloacas subterráneas, Acero subraya que el sistema supuso un sistema vanguardista que se utilizó por primera vez en la historia del hombre y establecía redes que rodeaban el núcleo urbano y desembocaban en el río.

Todos los inmuebles estaban conectados a la red de cloacas y el sistema estuvo "a pleno rendimiento" hasta el final del Imperio.

Hasta el primer tercio del siglo XX Mérida no volvió a disponer de un sistema de evacuación hidráulico similar y, en un primer momento, el arqueólogo Pedro María Plano contempló en esa época la posibilidad de recuperar la antigua red, aunque su mal estado desechó esta posibilidad.

Acero, que en estos momentos se encuentra excavando las letrinas (aseos públicos) del Teatro Romano de Mérida afirma que los vertederos y las cloacas son lugares "interesantísimos" desde los que se entiende la cultura, la estructura familiar y las costumbres alimentarias de la época.

Muestran los hábitos de comida mediterránea de los romanos así como que, por ejemplo, en Emérita Augusta, la capital de Lusitania, se comían muchas ostras.

Los vertederos, concluye, han servido para conservar edificaciones que permanecieron sepultadas bajo los residuos, y que no sufrieron los efectos de los expolios gracias a ello.

domingo, 7 de junio de 2009

Melchor Rodríguez, el anarquista que frenó la represión en Madrid


ÁNGEL MUNÁRRIZ - SEVILLA - 07/06/2009 08:00
www.publico.es

La figura de Melchor Rodríguez tiene difícil acomodo en la historiografía maniquea sobre la Guerra Civil, porque la coherencia a rajatabla y más la coherencia anarquista, humanista y libertaria resulta imposible de encuadrar desde la óptica de Caín. Pero, al margen de juicios interpretativos sobre su poliedro biográfico, hay un hecho histórico incontrovertible: el 8 de diciembre de 1936 evitó casi en solitario, como delegado de Prisiones de la República por la CNT, que una turba incontrolada vengara unos bombardeos recientes pasando por las armas a los 1.532 presos, sospechosos de apoyar a los fascistas.

Melchor no fue únicamente el delegado de Prisiones (noviembre de 1936 / marzo de 1937) que protegió a toda costa la vida de miles de franquistas encarcelados, evitando incontables sacas mientras las autoridades controladas por el PCE miraban para otro lado. Fue también el concejal de la FAI que, convertido de facto en alcalde postrero por el general Casado, afrontó la penosa tarea de entregar Madrid. Fue también el cenetista irredento que siguió en la clandestinidad, en los cuarenta, tras pasar más de 30 veces por la cárcel, y un hombre en cuyo funeral en 1972 llora Martín Artajo, ex parlamentario de la CEDA y diputado franquista.

Melchor Rodríguez recita un poema en honor a la tricolor.

Entre los reos que protegió había futuros puntales del régimen de Franco

Un héroe condenado

Nacido en Sevilla en 1893, Melchor comenzó a los 10 años a trabajar, tras perder a su padre. Novillero fugaz y chapista, su actividad huelguista lo llevó a prisión en decenas de ocasiones. Rodríguez sabía bien lo que hacía cuando pasó a ser miembro del comité pro presos de la CNT, donde remató su convicción libertaria y acumuló una experiencia decisiva para ser luego delegado de Prisiones de la República.

La novela biográfica escrita por Alfonso Domingo, elocuentemente titulada El Ángel Rojo (Almuzara), arranca con Melchor apresurándose otra vez para llegar a tiempo de frenar una orgía de sangre, esta vez en Alcalá, en 1936. Días atrás, una degollina vengativa en la cárcel de Guadalajara apenas dejó supervivientes entre los 320 presos.

Para sus enemigos era "el ángel rojo", para parte de los suyos, un "traidor"

Con la única compañía de unos funcionarios muertos de miedo, Rodríguez logró deshacer la turba, poniendo su carisma y su facilidad de palabra al servicio de un argumento: la superioridad moral de la República no podía tolerar desafueros. "La justicia es lo que nos diferencia de esos salvajes fascistas", exclamó ante los fusiles alzados contra él, según el libro de Domingo. Melchor, por jugarse la vida por el enemigo, siempre será para la derecha un ángel rojo, y un traidor en sus propias filas.

Tras la guerra, Melchor fue condenado a cadena perpetua, luego a 20 años y finalmente a cinco. En el Consejo de Guerra, intercedió el general Muñoz Grandes. No en vano, Melchor salvó, directa o indirectamente, a varias figuras que después fueron puntales del régimen. Entre los protegidos por este Schindler libertario están Martín Artajo, Muñoz Grandes, Valentín Gallarza, Fernández Cuesta, Sánchez Mazas, Serrano Suñer... También el doctor Gómez Ulla, el futbolista Ricardo Zamora o el locutor Boby Deglané, que le entregaría una polémica medalla en su programa, décadas después.

Una vida fascinante

"Jamás utilizó sus relaciones en provecho propio, sólo en beneficio de los presos políticos", afirma Alfonso Domingo, que considera "fascinante" la vida de este "perdedor de la historia". El historiador José Luis Gutiérrez Molina, profundo conocedor de su figura, resume con un refrán la postura de muchos de los que le achacan connivencias con el régimen: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".

Melchor no aceptó la indulgencia del franquismo. Ni su dinero, pese a las estrecheces. "El régimen intentaba explicar sus actos alegando que era cristiano, pero él se resistía", explica Domingo. Lo hizo por conciencia libertaria, insistía Melchor.

En su insólito funeral, sonó A las barricadas y las autoridades permitieron que se cubriera el féretro con una bandera anarquista. En la puerta de su casa, sobre un fondo rojinegro, se leía: "Aquí vive un hombre decente".

martes, 2 de junio de 2009

Iluminación virtual en arqueología (Antikythera system)

The Antikythera Mechanism is an ancient astronomical computer built by the Greeks around 80 B.C. It was found on a shipwreck by sponge divers in 1900, and its exact function still eludes scholars to this day. In September, 2005, as part of the Antikythera Research Project, we were able to access the device in the National Archaeological Museum in Athens to apply reflectance imaging techniques to the front and rear surfaces of the > 70 fragments that comprise the mechanism. A small portion of these ‘reflectance images’, or PTMs, are provided at reduced resolution below. Clicking on these images will bring up the Java PTM viewer for controlling lighting. This may take a few seconds, so be patient. If it fails to run, you need to download the Java Runtime Environment. Once running, dragging the mouse with the left button depressed will change lighting direction. Surface enhancements can be performed by right clicking in the Java viewer -> effects -> specular.

Para probarlo: http://www.hpl.hp.com/research/ptm/antikythera_mechanism/

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